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Temática: Control de plagas y resistencias térmicas
Cuando el calor no es suficiente
En los últimos años se ha extendido una creencia común: que las chinches se han vuelto inmunes al calor. Esta idea se ha reforzado ante infestaciones que persisten incluso después de veranos especialmente calurosos o tras tratamientos térmicos poco eficaces. Pero ¿es cierto que ya no se pueden eliminar con calor? ¿O estamos ante una mala aplicación del mismo?
En este artículo vamos a desmentir mitos, explicar qué está ocurriendo realmente y, sobre todo, ayudarte a entender qué papel juega el calor en la lucha contra una de las plagas más persistentes del entorno urbano.
El mito: “Las chinches ya no mueren con calor”
Lo primero que debemos dejar claro es que no existe, al menos hasta la fecha, una “cepa” de chinches inmunes al calor. Biológicamente, las chinches no pueden sobrevivir a temperaturas sostenidas por encima de los 45 °C durante más de unos minutos.
Lo que sí es cierto es que han desarrollado mecanismos de supervivencia que les permiten resistir temperaturas elevadas de forma puntual, especialmente cuando no se alcanza el umbral térmico letal de manera uniforme. Es decir, si el tratamiento térmico no es homogéneo, las chinches simplemente se refugian en zonas más frías hasta que todo vuelve a la normalidad.
Realidad 1: los tratamientos mal aplicados generan falsas resistencias
Uno de los errores más comunes es confiar en el calor ambiental como único método de control. Un verano caluroso, o usar calefactores domésticos, no será nunca suficiente para erradicar una infestación.
En los tratamientos térmicos profesionales, la clave está en:
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Alcanzar temperaturas sostenidas superiores a 45 °C.
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Distribuir el calor de forma uniforme en toda la estructura.
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Mantener la exposición durante al menos 1 a 2 horas según el volumen tratado.
Si alguno de estos tres requisitos falla, las chinches sobrevivirán y se reproducirán nuevamente.
Realidad 2: hay un rango de tolerancia térmica, no inmunidad
Las chinches adultas y sus huevos pueden soportar rangos de entre 30 °C y 40 °C durante horas e incluso días, pero su desarrollo se ralentiza, su fertilidad baja y su comportamiento cambia.
Esto ha hecho pensar erróneamente que se han vuelto “resistentes”, cuando en realidad se están adaptando parcialmente. Este comportamiento subraya la necesidad de aplicar calor real, no calor ambiental, si se quiere lograr una erradicación completa.
Cómo actuar ante una infestación resistente
Cuando se sospecha que el calor no está funcionando como se esperaba, lo más probable es que no se esté aplicando bien. Aquí algunas recomendaciones clave:
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Contrata especialistas con experiencia en tratamientos térmicos estructurales.
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Evita soluciones domésticas como vaporetas o calefactores portátiles.
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Complementa con monitoreo posterior y refuerzo químico si es necesario.
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No subestimes el poder del seguimiento técnico: una revaluación a los 7 y 21 días es clave.
El papel del técnico profesional: clave en el control térmico
Una empresa de control de plagas especializada puede aplicar tratamientos térmicos con maquinaria específica, sensores de temperatura y protocolos de seguridad que aseguren una eficacia real.
Esto incluye:
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Zonificación térmica de espacios.
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Detección de zonas frías durante el tratamiento.
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Protocolos de protección para mobiliario y estructuras.
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Certificación de temperatura alcanzada en cada punto crítico.
Seguiremos con la serie: lo que viene
En el próximo artículo cerraremos la serie con un enfoque práctico: cómo implementar un protocolo completo y profesional para erradicar chinches en entornos con calor extremo.
Porque, si bien el calor puede ser una herramienta poderosa, solo en manos expertas es realmente letal para las chinches.
¿Te preocupa una infestación? ¿Notas picaduras o manchas en sábanas? No esperes más y contacta con profesionales. Muy pronto, el tercer artículo de esta serie estará disponible.