La crisis no solo tiene consecuencias en el incremento del desempleo, el descenso del consumo o el aumento de las depresiones y el estrés. También es la culpable de que haya más plagas urbanas. La mala situación económica trae consigo una disminución de los tratamientos preventivos, el aumento de solares no cuidados y abandonados, y los recortes en los servicios de limpieza. Estos son los principales causantes del crecimiento de las plagas urbanas, aunque también el cambio climático, con inviernos cada vez más templados, y el mayor tráfico internacional de mercancías contribuyen a la expansión de especies en las ciudades.
Las plagas urbanas no solo acarrean graves molestias sino que tienen importantes consecuencias en la salud pública, ya que son transmisoras de enfermedades, y pueden generar, además, problemas psicológicos. Desde el punto de vista sanitario el control de las plagas es fundamental para el bienestar de la población.
Las plagas urbanas más habituales son las ratas y las cucarachas, que tienen importantes consecuencias para la salud pública. Pero están resurgiendo otras plagas urbanas, como las Chinches de la cama. También las aves urbanas, principalmente las palomas, se están convirtiendo en plagas, ya que se agrupan en una determinada zona donde defecan y sus heces crean unos hongos cuyas esporas son muy perjudiciales para la salud.
En España está la Ley General de Salud Pública la cual establece que cualquier establecimiento público tiene que mantener las condiciones higiénico-sanitarias necesarias, por lo que no es admisible que haya una población de ratas o cucarachas en esos locales.
Algunos sectores como el de la industria alimentaria cuentan con un APPCC, un sistema preventivo para identificar, evaluar y controlar los riesgos encontrados durante la preparación, transformación, elaboración, manipulación y puesta a la venta o suministro al consumidor de los productos alimentarios. “Y uno de esos riesgos es la presencia de plagas”.
Muchas veces no las vemos pero están ahí y son oportunistas. Cualquier descuido en la recogida de residuos, y una menor limpieza y control las hace proliferar. Los roedores son portadores de enfermedades, tanto si muerden como si contaminan los alimentos a través de la orina o al roerlos: hantavirus, fiebre hemorrágica, toxoplasmosis y ántrax son algunas de ellas.
Las cucarachas, aunque no nos van a morder, sí pueden contagiarnos enfermedades. Su paso sobre alimentos y utensilios de cocina los contamina y es el origen de salmonelosis, hepatitis, gastroenteritis o disentería. Además, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se asocian a casos de asma.
Se creía que estaban erradicadas, pero las chinches están resurgiendo. Muchas veces llegan hasta nuestras camas, por ejemplo, a través de un cabecero importado de algún país asiático.
Estos insectos no son transmisores de enfermedades pero producen reacciones alérgicas importantes en determinadas personas, con efectos en algunos casos muy preocupantes.
También las garrapatas transmiten enfermedades, por lo que hay que estar alerta, especialmente cuando se tienen animales domésticos, como perros o gatos, ya que estos artrópodos también están aumentado su población en los últimos tiempos.